Càp.VI.La Mùsica

lunes, 7 de abril de 2008

Cáp.VI. LA MUSICA

A la Juana le gustaba la música en todas sus variantes. Su oído estaba educado para escuchar la música popular, la clásica y la semi-clásica, pero era apasionada de la música romántica: la que invita al amor y a la tranquilidad.

Instaba a sus hijos a cantar acompañados de los acordes de la guitarra interpretada por Gilberto, el hijo de la Sigolena Aburto, más cariñosamente llamado Gil. Cuando Gil estaba en la casa se cantaba de todo, pero la Juana prefería que se cantaran sus boleros.

El cancionero era variado. “Perfidia”, “Vereda Tropical”, “La Violetera”, los tangos : “Caminito”, “Volver”, “Mano a mano”, “Tomo y obligo”, “Adios Muchachos”, “El día que me quieras”. O se rememoraba a “Los Panchos”, “Los Tres Reyes” y “Los Ases”. En esa tanda se cantaba “Usted”, “Tres regalos”, “Mi gloria eres tú”, “Gema” era como si estuvieras en el Munich.

O se ampliaba el repertorio y se convertía en internacional, y se cantaba “Lisboa Antigua” , “Brasil” y “Alma Llanera” o te trasladabas a Puerto Rico y cantabas el “ Lamento borincano “.

Y si te ponías muy mexicano, cantabas a Pedro Infante, “Cien Años”, “Creí” y para animar aún más la velada cantabas “Los Marcianitos” …que eran unos chaparritos/verdes,verdes/con cuernitos/ y un ojo en la frente no más/… y así seguía el repertorio mexicano.

Cantabas y te animabas el corazón. Pero la Juana amaba las canciones que su marido le cantaba. Esas eran las mejores.

Cuando mi papa se había tomado sus tragos ya fuera whisky, Santa Cecilia, o Flor de Caña le cantaba en un tono muy tico: Hay un suave murmullo/ en el silencio/ de una noche azul.

Son los enamorados/ que encantados/ gozan de amor/ y brilla la luna/ y me dice así/ Hay un suave murmullo … y la Juana era feliz porque en un instante la vida se había detenido para disfrutarla con el hombre que amaba y con sus hijos/ los frutos de su amor.

Cuando no se cantaba, se escuchaban discos en Long Play de acetato, o en discos de 78, 45, ó 33 revoluciones.

A la Juana le funcionaba, con el objetivo de tranquilizar a la “tropa” poner música clásica. La Rapsodia Húngara No 2; las estaciones de Vivaldi; o escuchar “Estrellita” o las orquestas de Glen Millar o Benny Goodman,u otras orquestas de música instrumental.

Pero si deseaba algarabía, ponía a “Los Churumbeles de España” o escuchaba “La Sonora Matancera” o cualquier son cubano o merengue dominicano.

La música también tenía carácter pedagógico. No sé dónde encontró un LP con los Himnos Nacionales de los diferentes Estados del mundo y ponía a sus hijos a escuchar el Himno de la URSS o el de los Estados Unidos, o el de China sin importarle para nada los conflictos ideológicos. Su sentencia era clara: “Todo mundo debería conocer la música de los otros para poder entenderlos y quererlos”.

Cuando mi papa estaba a punto de partir a su trabajo de médico, la Juana colocaba una única canción : No quiero que te vayas/ la noche está muy fría/ abrigame en tus brazos/ hasta que llegue el día.

La almohada está impaciente/ de acariciar tu cara/ tal vez me de un consejo/ tal vez no diga nada.

Mañana muy temprano/ platicarás conmigo/ y si estás decidido/ a abandonar el nido.

Entonces/será en vano/ tratar de detenerte/ regálame esta noche/ retrásame la muerte…

Imagínese Ud ¡ Señales musicales para incitar al amor. Todo un aprendizaje de vida.